La final más larga de la historia
- Nicolás La Rocca
- 6 dic 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 24 jun 2019
La Copa Libertadores es la obsesión de todo club latinoamericano. La obsesión de llegar a la final no tiene límites, y esta vez el trofeo continental quedará en manos argentinas y los pretendientes son los clubes más grandes del país: River Plate y Boca Juniors. Desde que se supo que serán los finalistas hasta hoy, lo que menos hubo fue fútbol y emociones; los intereses externos se robaron no sólo la expectativa del partido, sino que también le robaron a los argentinos la esencia del Superclásico.

Por @nicolarocca___ 31 de octubre de 2018, Rio de Janeiro. El derechazo razante de Darío Benedetto que puso la igualdad ante Palmeiras 2-2 decretó lo que todo hincha neutral ansiaba desde que se sortearon los cruces: había Superclásico nada más y nada menos que en la final de la Copa Libertadores de América. Ni bien arrancó la previa del evento, de todo pasó y la ansiedad rebalsó. Las fechas estipuladas para la gran final eran los miércoles 7 y 28 de noviembre, y por pedido expreso del Ministro de Seguridad de Argentina se corrieron las fechas a los sábados 10 y 24 del mismo mes debido a que a fines de noviembre se celebrara la cumbre del G20 en el microcentro porteño, y el argumento de la ministra Patricia Bullrich fue que no se podría optimizar un operativo policial tan grande para cubrir ambos eventos. La Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) entendió el pedido y a partir de allí fue oficial. Sábado 10 de noviembre en La Bombonera a las 16 hs, Boca esperaría a su rival de toda la vida, y River haría lo mismo el sábado 24 a las 17 hs. en El Monumental. En ningún momento se le consultó a la Superliga Argentina de Fútbol por las modificaciones y muchos equipos quedaron debiendo partidos contra Xeneizes y Millonarios, y muchos otros sufrieron cambios de día y horario a último momento por los operativos policiales. Aquel sábado 10, Vélez recibía a San Lorenzo y Godoy Cruz visitaba a Huracán y ambos partidos fueron postergados al día siguiente, que también sufrieron otra modificación para el lunes 12 debido a que el día que jugaban Boca y River llovió torrencialmente y se pasó la final al domingo 11.

11 de noviembre. Lo poco que hubo de fútbol fue en La Bombonera. El partido ofreció todo lo que se esperaba en la previa en goles, juego y nerviosismo. Primero Ramón Wanchope Ábila 1-0 para Boca, rápidamente igualó Pratto y antes del descanso Benedetto puso la ventaja para el Xeneize, y cerca del final del primer cruce, Carlos Izquierdoz en contra dejó el 2-2 final y todo se debería resolver en Núñez.

Tras 13 días interminables para los hinchas, llegó el "gran día": en el estadio Antonio Vespucio Liberti se definiría quien sería el campeón de América. El mundo entero estaba al tanto del Superclásico que iba a ser el más importante de la historia, y tras las dos finales del mundo que ganó Argentina en 1978 y 1986, probablemente sería el más relevante de la historia del fútbol argentino. Sin embargo, cuando la delegación de Boca llegaba al estadio del barrio de Núñez, el micro fue agredido con piedrazos por parte de algunos hinchas de River en las proximidades del Monumental, que provocaron la lesión del capitán boquense, Pablo Pérez, en la córnea del ojo derecho. Primero se pasaba a las 18 hs, y luego a las 19.15 hs. Mientras tanto, Pérez había sido desconcentrado y llevado a la clínica, y desde la clínica se enteró que debería jugar el partido igual. El partido no se jugó y las 66.000 almas que estaban dentro del estadio se fueron en medio de una gran incertidumbre. El presidente de la CONMEBOL, Alejandro Domínguez, junto a los presidentes de los clubes, Rodolfo D'onofrio y Daniel Angelici respectivamente, enunciaron haber firmado un "Pacto de Caballeros" que decía que el domingo 25 se volvería recibir a las mismas 66.000 personas y que el partido se jugaría desde las 17 hs.

Llegó el domingo y los hinchas de River volvieron a ir a la cancha. El partido no se jugó nuevamente debido a que Angelici presentó ante la CONMEBOL que el plantel "no se encontraba psicológicamente preparado para disputar el partido" y reclamó que le den el partido ganado a Boca y en su defecto, entregarle la Copa Libertadores. El reclamo fue ignorado y la Confederación Sudamericana de Fútbol determinó que el partido no podía jugarse en Argentina.

Primero fue la opción de jugarlo en Doha, Qatar, en el estadio que será testigo de la próxima final del mundo en 2022. Sonaba utópico que ambas delegaciones viajen a un país totalmente extraño a definir algo que se debería hacer en Buenos Aires. Luego la opción más "lógica" que sonaba era definirlo en Asunción, Paraguay. Finalmente fue la más inesperada y hasta con fecha y horario: el estadio Santiago Bernabéu, casa del Real Madrid, el domingo 9 de diciembre a las 20.30 (16.30 en Argentina) espera a River y Boca para definir la Copa Libertadores de América. Es decir, la copa latinoamericana, que lleva el nombre en honor a los libertadores de los países latinoamericanos del reino español, se definirá en España, país de quienes nos liberamos hace más de 200 años. Pero poco le importa a los dirigentes y proveedores del evento, que claramente las ganancias serán mayores a que si se disputaba en la cancha de River, como debería haber sido. Ni hablar de que los hinchas de Boca podrán estar en la vuelta, teniendo en cuenta que los de River no pudieron estar en la ida. Que ambas barras bravas estarán presentes en el mítico estadio de la capital española y que el entrenador de River Marcelo Gallardo lo verá de afuera por arengar a sus jugadores en un entretiempo. Que a nadie le importó las 66.000 personas que fueron dos días seguidos a un estadio para ver un partido que nunca se jugó.

"El amistoso más caro de la historia", así lo definió Juan Román Riquelme, ídolo supremo de Boca, debido al desinterés que generó tantas idas y vueltas simplemente por un partido de fútbol que define un título y una clasificación a otro. Otra vez los intereses económicos volvieron a manchar al fútbol y terminarán de decretar lo que culminará siendo la final más larga de la historia.
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