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De batalla tras batalla

  • Nicolás La Rocca
  • 28 nov 2018
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 24 jun 2019

El año 1994 fue el más glorioso para el Club Atlético Vélez Sarsfield debido a la obtención por primera vez en su historia de la Copa Libertadores y posteriormente la Copa Intercontinental en Japón. No cualquier club queda en la historia grande del fútbol mundial, y gracias al equipo de Carlos Bianchi el Fortín se ubicó por primera vez en los primeros planos del mundo.



Los jugadores de Vélez dando la vuelta olímpica en el Morumbi y Omar Asad con la Libertadores alzada.

Por @nicolarocca___


De Liniers, al mundo. Ese fue el lema que se impuso en Vélez Sarsfield desde que se comenzó a soñar con una conquista de América. “Era una final inimaginable para nosotros”, cuenta Omar Asad mientras se acomoda en el sillón para esperar la cena. El parate de la Libertadores por el Mundial de Estados Unidos 1994 tenía fecha de reinicio a fines de julio. Vélez estaba en cuartos de final y debía enfrentar a Minervén de Venezuela, al cual venció y en semifinales dejó afuera a Junior de Barranquilla en los penales, equipo en el que jugaba Carlos El Pibe Valderrama. La final tocaba contra el club que en ese entonces era el más poderoso del continente, San Pablo, que venía de ser bicampeón de la copa. La V azulada se impuso 1-0 en la ida con gol del Turco Asad, del cual el autor se puso a recordar la envergadura de aquella conquista: "El gol que le hice a San Pablo fue uno de los más importantes de la historia porque fue el que nos dio la posibilidad de perder 1-0 allá. Había que ganarlo ese partido al menos medio a cero". Además, Asad afirmó que tenían todo y con qué para dar la vuelta en el Morumbí.



Asad convirtiendo el 1-0 en la final de ida al San pablo en el José Amalfitani. 24 de agosto de 1994.


Argentina daba que hablar en el planeta fútbol tan solo por un club de barrio ubicado entre Villa Luro y Liniers. Vélez le había ganado la primera final en el estadio José Amalfitani al entonces bicampeón de América por 1-0 y se preparaba para el partido cumbre del certamen. Aquel club humilde que nunca había llegado a una final internacional, debería saltar al campo del estadio Morumbi con el objetivo de poner de rodillas al San Pablo. "Después de la primera final en el Amalfitani soñábamos con dar la vuelta en Brasil", afirma el Turco, emblemático goleador de Vélez de la década del ’90 y máximo artillero de Vélez en esa copa. El partido se complicó porque Vélez perdía 1-0 en Brasil y el Tricolor Paulista invadió durante todo el partido el área de José Luis Félix Chilavert con centros para los delanteros. En la ciudad paulista ya se hablaba del Tricampeao do América. El empuje de los brasileros era tal que provocó unas cuantas amonestaciones en Vélez y eso preocupaba al entrenador Carlos Bianchi ante una eventual expulsión, y así fue: Raúl Cardozo, marcador de punta izquierdo de Vélez se fue expulsado a falta de 25 minutos de juego. Omar había quedado de punta sólo arriba y dos líneas de cuatro abajo para tirarle pelotazos a él, y memoró de aquel pasaje del partido: "La expulsión del Pacha (Cardozo) nos complicó y nos desconcentró un poco. En el 11 vs. 11 ya nos embarullaban por todos lados y con uno menos fue más difícil. Carlos (Bianchi) paró un 4-4-1 conmigo arriba corriendo a los centrales, transpiré como la puta madre”.



El Turco con la Copa Libertadores bajo el brazo. A su derecha, Christian Bassedas.


El partido terminó en derrota 1-0 y eso dispuso que el campeón se definía en los penales, similar al pasaje de Vélez a la final ante Junior. La noche en San Pablo tomaba el color de la épica y así sucedió: Chilavert atajó el primer penal de los locales y eso bastó para que Vélez ponga de rodillas a todos los presentes y a todo Sudamérica porque los cinco penales del Fortín fueron convertidos, y el último que pateó Roberto Pompei había sido con un poco de agonía, que tras pegar en el travesaño la pelota entró como pidiendo permiso. Vélez derrotó 5-3 en los penales a San Pablo y fue campeón de América el 31 de agosto, y meses más tarde, un 1 de diciembre del ’94 batió al Milan en Tokyo con victoria 2-0 con goles del mismo Omar Asad y de Roberto Trotta, y se coronó campeón del mundo. "Fue una meta cumplida y un sueño hecho realidad. Fuimos batalla tras batalla ganando en juego, en respeto, en fortaleza, espíritu y confianza", rememoraba con una gran sonrisa Omar.



Asad tras patear al arco y marcar el segundo gol el 1 de diciembre de 1994 en Japón para que Vélez sea campeón intercontinental.


Aquel gol convertido en la capital japonesa fue el segundo de la noche más hermosa de la historia fortinera. A los cinco minutos del complemento, el Cabezón Trotta puso el primero de penal y siete minutos más tarde, el 9 del Fortín aprovechó un error del mediocampista del Milan, Demetrio Albertini, y le cortó el pase que iba para el arquero Sebastiano Rossi y la puso al segundo palo del arco milano, y el Turco Asad afirmó que ambos goles junto con el que hizo en la final de la Libertadores son los tres más importantes de la historia velezana.


Carlos Bianchi festejando la Copa Intercontinental.

Detrás de los goles y los planteos tácticos, estaba un hombre de la casa que se sentaba en el banco de suplentes a darle indicaciones a los once jugadores que pisaban el césped del Amalfitani, del Morumbi o del estadio Nacional de Tokyo, y ese hombre era un tal Carlos Bianchi. Apodado El Virrey en el club del barrio de Liniers por todo lo obtenido en aquella década, se llevó todas las flores del Turco: "Carlos es hijo pródigo de Vélez, una figura emblemática. Es la figura más grande de la historia de Vélez. Como jugador también fue eterno, grande, goleador, y como entrenador ganó todo y además fue un gran líder de grupo”. Bianchi es el goleador histórico del Fortín con 206 goles y también es el entrenador más ganador de la historia de Vélez con seis títulos, tres locales y tres internacionales, además de ser también el más ganador en Boca Juniors con nueve, y el segundo más ganador en la historia del fútbol argentino.


Omar Asad alzando la Copa Intercontinental. Sangre velezana.

Omar Asad jugó poco tiempo profesionalmente. Debutó en 1992 y se retiró en el 2000 tras muchos intentos de volver a tener continuidad luego de una rotura de ligamentos un clásico con Ferro por el torneo Apertura 1995. Lo cierto es que en ese poco tiempo, Asad junto a Carlos Bianchi y José Luis Chilavert, supo inmortalizar su apellido en las puertas del club ubicado en la avenida Juan B. Justo y Álvarez Jonte.

 
 
 

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